11 de mayo, día del Himno Nacional Argentino.
Pocos saben que hubo cuatro canciones patrias anteriores hasta que la Asamblea General Constituyente de 1813 aprobó la actual Curiosamente, todas esas composiciones llevaron música del español Blas Parera, “el compositor de Buenos Aires” a comienzos del siglo XIX.
El 15 de noviembre de 1810, se publicó en la Gazeta de Buenos Aires una “marcha patriótica” escrita por Esteban de Luca. Días después, el Cabildo dispuso dos noches de fuegos artificiales, música y baile en la Plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo, para celebrar la batalla de Suipacha, el primer triunfo argentino sobre los realistas. Allí, la concurrencia cantó sus versos: “Sudamericanos/ mirad ya lucir/ de la triste patria/ la aurora feliz./ La América toda/se conmueve al fin/ y a sus caros hijos/ convoca a la lid”.
Para el segundo aniversario de la Revolución, en 1812, el autor Luis Ambrosio Morante estrenó en el Teatro Coliseo un melodrama titulado “El 25 de Mayo”, en el que “el pueblo” entonaba una marcha patriótica. Pero Morante tenía competencia. En la noche del 26 de mayo de 1812, o sea, dos días después, se realizó un espectáculo público en la Plaza de Mayo. Sobre un tablado, tres niños entonaron una canción patriótica escrita por Saturnino de la Rosa. Esa manifestación también contó con el apoyo del Cabildo, que premió con 25 pesos a cada uno de los chicos. Además, De la Rosa pidió que se imprimiera la letra “para gloria mayor de la pa17tria”. Si la edición se concretó, no quedó ninguna copia.
Pero seguía sin haber un himno oficial. El 22 de julio de 1812, el Primer Triunvirato le ordenó al Cabildo que encargara a un poeta y a un músico la composición de una marcha “sencilla, pero majestuosa e imponente”. Esta canción tendría además que “inflamar al pueblo” y “fomentar la práctica de las virtudes públicas”. El 4 de agosto de 1812, el Cabildo aprobó el “Himno a la Patria” que propuso el sacerdote Fray Cayetano Rodríguez. El 1º de noviembre, las autoridades del Segundo Triunvirato se reunieron en el Fuerte de Buenos Aires (donde hoy está la Casa Rosada) y escucharon el primer himno oficial, ejecutado por 18 músicos y dos niños cantores.
La letra de Cayetano Rodríguez aún se enseñaba en las escuelas públicas en la década de 1970. El comienzo rezaba: “Salve, patria dichosa/ oh, dulce patria, salve/ y por siglos eternos/ se cuenten tus edades./ Libre e independiente/ de tiranos rivales/ al templo de la gloria/ te diriges constante/ ¡Qué bellos son tus pasos!/ Te los envidia Marte”. Blas Parera cobró cien pesos por la composición y 67 pesos por dirigir la orquesta en el Fuerte.
El 31 de enero de 1813 comenzó a sesionar la Asamblea General Constituyente, que también, encargó un nuevo himno. Los tiempos políticos y militares se aceleraban. Al triunfo de Tucumán, Manuel Belgrano sumó el de Salta, y José de San Martín, el de San Lorenzo. El 6 de marzo, la Asamblea encomendó a uno de sus miembros, el joven diputado por Buenos Aires Vicente López y Planes, que escribiera una canción adecuada al momento. El 11 de mayo de 1813, la Asamblea aprobó por unanimidad el poema épico de López y Planes, que estaba integrado por nueve estrofas (en total, 72 versos) y un coro. Blas Parera fue llamado otra vez de urgencia para componer la música. El Himno, entonces llamado Marcha Patriótica, se ensayó contra reloj y se estrenó oficialmente el 28 de mayo en el Coliseo.
La Gazeta informó que, luego de una representación del drama “Siripo”, el escenario fue ocupado por “una comparsa de niños ricamente vestidos con trajes indianos”, que “entonó con suavísimas y acompasadas voces la canción”. El público, de pie, aclamó “con grandes y alegres vivas el final de la hermosa composición”. López y Planes no recibió por su poema más pago que la inmortalidad, pero Parera cobró 200 pesos. Salvo algunos cambios en la melodía, el Himno de López y Planes se cantó sin modificaciones durante 87 años. Entonar todos sus versos, e intercalar el coro entre cada estrofa, demandaba más de 20 minutos.
Por eso, y también para dejar de lado “frases que fueron escritas con propósitos transitorios” y que “mortifican el patriotismo del pueblo español”, el 30 de noviembre de 1900 el presidente Julio Argentino Roca decretó que, en adelante, sólo se cantarían los cuatro primeros versos y los cuatro últimos, más el coro. Por ejemplo: “Buenos Aires se pone a la frente/ de los pueblos de la ínclita Unión/ y con brazos robustos desgarran/ al ibérico altivo León”. El Himno Nacional, pensada como una canción de guerra, se convirtió así en una marcha para tiempos de paz. Que de todos modos mantiene, en el final, una promesa de carácter perentorio: “Coronados de gloria vivamos/ o juremos con gloria morir”.